Prologo por José Octavio Zavala y Guadalupe Trueba
El ser ciudadanos implica derechos y obligaciones. Obligación a desempeñar en nuestras actividades dentro del marco de la ley y la ética, ser eficientes y honestos. También implica el derecho a una actividad económica decente, seguridad en nuestras personas, posesiones y principalmente el derecho a ser tratados con respeto y a respetar las ideas y conductas de otros ciudadanos.
La regla básica de trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti aplica perfectamente a nuestro ámbito laboral también.
Esta reflexión de Mercedes, será sin duda tema importante a mencionar en los Cursos de Doulas en el apartado de la Ética Profesional, porque pareciera que quienes ofrecemos servicios de acompañamiento al parto renunciamos a tener vida propia. Comparto sus palabras llenas de la sabiduría y sensibilidad que le distingue:
“Tenemos que aprender a cuidar de aquellos que nos cuidan.
Ciertamente no ocurre la mayoría de las veces pero es cada vez más común encontrar historias de partos en las que pareciera que el único que merece un trato digno es el cliente que contrata un servicio.”
He visto a padres pretendiendo que el mundo se detenga a partir de la primera contracción de sus mujeres, pidiendo a las enfermeras les acerquen papel para sonarse las narices, esperando que los médicos respondan sin chistar a todas sus demandas.
Decidiendo salir hacia los hospitales sin siquiera avisarle a la doula, a la que han recurrido desde el inicio del trabajo de parto, que han decidido prescindir de sus servicios para ahorrar el gasto de sus honorarios; padres despreocupados por completo de si quienes les rodean comen, beben, duermen, tienen hijos, responsabilidades, ocupaciones… esto es una distorsión.
El parto humanizado no es un servicio que contratan aquellos que tienen dinero para acceder a una especie de nacimiento VIP rodeado de comodidades; el parto humanizado es un compromiso que establecemos unos con otros para trabajar como un equipo y hacer de cada nacimiento un evento significativo y saludable.
Respetar los tiempos de cada mujer comprende una revolución en la vida de quienes hemos elegido este camino, lo hacemos porque esa es nuestra trinchera de defensa al respeto del derecho de las mujeres y los niños a parir y nacer con dignidad.
La humanización del parto apunta al cuestionamiento de la asimetría en la relación entre médicos y pacientes que deja a la mujer en una posición de subalternidad absoluta pero no es de modo alguno una propuesta para dar la vuelta a la moneda y establecer ahora el dominio del cliente sobre los prestadores de servicio.
El parto humanizado sólo es posible si comprende un trato digno para todos.
Por Mercedes Campiglia
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